Muchos días antes de su cumpleaños empezaba a decir en la oficina lo que quería de regalo. Ese año, era música, no recuerdo muy bien el grupo pero sería un clásico de los 60, que ante su insistencia le regalamos.
Como igualmente lo pidió en su casa, su familia también se lo regaló, asi que decidió cambiarlo por una opera de Lakme y con las mismas nos fuimos a cambiarlo al FNAC
Una vez allí, un empleado muy amable comprobó que había un CD en la planta de música clásica y allí nos dirigimos.
Jose Luis preguntó a otra empleada de la zona donde supuestamente estaba lo que buscabamos y la chica, mirando el ordenador le indicó que podia estar en un estante enfrente y siguió consultando el ordenador.
Yo me alejé hacia el final de la planta para curiosear mientras atendían a José Luis y, no había pasado ni un minuto cuando, de repente, oí un grito airado que venia del otro lado. Cuando miro veo a Dirube en mitad de la planta, de pie derecho y gritando. Salgo corriendo hacia allí y me hace una señal con la mano
- Venga, por las escaleras! vamonos!
- Y yo: Que ha pasado??
- sigue, sigue y luego te cuento
Detrás venían los vigilantes y nosotros bajamos las escaleras a toda velocidad hasta que llegamos a la planta baja donde nos esperaban otros vigilantes y un par de señores muy trajeadados que resultaron ser los responsables de la tienda.
Increpaban “amablemente” a José Luis por haber montado ese revuelo, mas o menos que si no le daba vergüenza a su edad, a lo que les contestó:
Miré, su empleada lejos de atenderme me ha tenido esperando mientras yo creía que consultaba si había existencias y, cuando me he quejado, me ha contestado con impertinencia. Le he dicho que quería poner una reclamación y ella me ha respondido que podía pedir una hoja de reclamaciones, decírselo a su jefe o gritar. Como verá he seguido las indicaciones de su empleada y he preferido gritar.
La conversación siguió en tono más o menos airado y finalmente nos fuimos riéndonos por la ocurrencia. Al día siguiente José Luis envió una reclamación a la dirección de la Empresa, que tuvo a bien mandarle un cheque por el importe del CD.
Esta historia la hemos utilizado en numerosas ocasiones en los cursos de atención al cliente.
Yo no se si con el tiempo José Luis volvió alguna vez a comprar en FNAC pero yo, que si he vuelto, siempre que voy me acuerdo de ese momento con una gran sonrisa.