SE PASÓ

Aita sabía que él enfadado crecía diez palmos.A veces, cuando quería conseguir algo, se ponía muy enfadado e impresionaba. Al crecer ya vi que mi padre se enfadaba muy poco, hasta cuando parecía enfadado no lo estaba. Una vez conseguido su propósito, estaba tan campante, porque no se había enfadado de verdad, sólo se portaba como si lo estuviera.Recién cumplidos los 18 años me fui a Londres un verano, con Isa. Mientras preparábamos ese viaje en casa, yo les dije a mis padres que quería ir a trabajar, que no quería ir a hacer cursos, que quería aprovechar para ganar dinero. Aita me dijo que iba a ver si podía encontrar a alguien que pudiera meterme de recepcionista en un hotel.
– Aita, no, de recepcionista no. No tengo nivel de inglés suficiente- Hablas español, italiano e inglés, en una recepción podrías aportar mucho- Aita, a mí me vienen unos indios hablando inglés y no les pillo una palabra- ¡¿Y qué quieres?! ¡¿Ser PUTA?!
Me dio la risa, le dije que no, que pensaba en limpiar platos, y ya hablamos normal. Esa vez le falló el enfado instrumental, no calculó bien el efecto y se pasó

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