En el ascensor

Cuando nos metíamos los cuatro en el ascensor, teníamos que apretujarnos para poder cerrar las puertas, que eran abatibles y no correderas. Aita era el último en entrar, y jugaba a espachurrarnos. En los trayectos de casa al garaje o a la calle, en esos 5 o 6 pisos, Aita nos enseñaba que era capaz … Leer más